articulo de Rafael Olivera Avila de Ago/7/09

Se los paso al costo...la neta orita no tengo chance de postear, al rato....les tengo una sorpresita guardada...

Por mientras aqui esta este articulo de Rafael Olivera Avila, saludos y que disfruten sus vagaciones....


ASIGNATURAS PENDIENTES

EL ATENTADO A PROCESO OBVIA VENGANZA DE GENARO GARCÍA LUNA

POR RAFAEL OLIVERA ÁVILA


ASIGNATURA PRIMERA.-ACUSACIÓN DESCARADA CONTRA PROCESO.

Quienes tenemos memoria, conocemos el origen de la revista Proceso nacida del golpe que asestó el gobierno de Luis Echeverría al periódico Excélsior, al resultarle muy incómodo el periodista Julio Scherer García, quien fundó el semanario, dando cátedra de este oficio a través de los años, tanto en la edición de la misma como en los libros de su autoría. Por ello ofende a la inteligencia la maniobra grotesca, disparatada de quien está a cargo de la seguridad pública nacional, de Genaro García Luna, al presentar a los narcos aprehendidos ante una mesa con armas y objetos personales, pero sobretodo en primer plano algunos ejemplares de esa revista.

Obligadamente, en la edición impresa número 1709 se publica el reportaje que explica este descarado acto de manipulación, una patraña de García Luna y de su propio jefe, quienes han sido cuestionados acremente en la guerra fallida que van perdiendo en contra de los cárteles del narcotráfico. Desde el domingo pasado, cuando ya estaba en internet la actual edición de Proceso, el periodista Jorge Carrasco Araizaga documentó así lo sucedido:

En la guerra del presidente Calderón contra bandas del crimen organizado parece no haber límites. Ni siquiera el del respeto a las garantías constitucionales, entre ellas las libertades de expresión y de prensa. Una vez más, Proceso es víctima de la violación de sus derechos fundamentales: funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública federal, al frente de la cual está Genaro García Luna, exhibieron ejemplares de este semanario junto con supuestas evidencias con las que presentaron ante los medios de comunicación a seis presuntos miembros de La Familia michoacana. Ejemplares de las ediciones 1705, 1707 y 1708, así como de la edición especial número 25 (El México narco, segunda parte) fueron desplegados en una mesa delante de los detenidos, junto con armas de alto poder, paquetes de dinero, bolsas de droga, celulares, documentos personales, llaves de autos, carteras… Insólito, el hecho no ocultaba la intención de quienes lo planearon y ejecutaron: colocar a la revista como parte de la logística del citado cártel de narcotráfico. En su enfrentamiento con La Familia, el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, pretendió incluir a Proceso como parte de la logística de la organización delictiva.

Evidentemente, es en este sexenio el PAN nuestro de cada día, los asesinatos, las vejaciones, los atentados en contra de periodistas, y las violaciones a las garantías individuales y sociales, como coartar la libertad de expresión, y de prensa, ahora desde el poder mismo, al pretender involucrar a dicho medio impreso con los mafiosos de ese cártel. Supinamente, incluyen como parte del “arsenal” las revistas, con la connotación expresa de que aparezca como material nocivo, como material no recomendable al habérsele confiscado a los narcosos. De tal suerte, el mensaje subliminal tiene que ver con que si lo tiene la mafia entonces es malo, y se debe evitar tenerlo y desde luego leerlo, ya que como la droga y el tráfico de la misma, por ser delito, lo tenemos que combatir.

Del flamante titular de la inseguridad pública no podemos esperar nada bueno. Cuenta de ello lo ha dado valientemente la periodista Anabel Hernández, en sendos reportajes en la revista virtual Reporte Índigo y en su libro Los cómplices, cuyo capítulo: El guionista es dedicado a este oscuro personaje. En él hay un fragmento que asombra tremendamente por las implicaciones que desvela y que van en este tenor:

“Faltaban unas semanas para el 1 de diciembre de 2006 y en el restaurante Sir Winston Churchill’s de Polanco, algunos de los generales en activo más destacados de este país tuvieron un encuentro con Juan Camilo Mouriño… Aún no estaba definido quién sería el secretario de la Defensa Nacional… Felipe Calderón le había delegado a Juan Camilo depurar las listas de candidatos para integrar su gabinete y, aunque fue el propio Felipe quien dio la última palabra, el visto bueno de Mouriño tenía peso y mucho. Varios candidatos a secretarios de Estado y subsecretarios tuvieron entrevistas con Iván en una casa ubicada en Lomas de Chapultepec, en una calle paralela a Paseo de la Reforma. Pero esa noche el cónclave en el Churchill’s tenía otro propósito. Los hombres con insignias de águila y dos o tres estrellas se encontraban ahí reunidos con un motivo aún más importante: desenmascarar al entonces director de la Agencia Federal de Investigación (AFI), Genaro García Luna, y a su equipo. Los militares, que desconocían los antecedentes de la relación de García Luna con Calderón y Mouriño, estaban muy preocupados por la extrema cercanía del excoordinador del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) con el equipo del presidente electo. Durante todo el sexenio de Vicente Fox muchos generales de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) escucharon un sinnúmero de rumores respecto a García Luna y su gente. Les preocupaba por supuesto la vertiente relacionada con la protección a secuestradores, pero mucho más la relacionada con la protección al cártel de Sinaloa. Para el delicado encuentro que iban a sostener con Mouriño iban bien apertrechados. Las áreas de inteligencia militares habían hecho su trabajo. Se afirma que le presentaron a Juan Camilo una serie de fotografías en las que aparecía el equipo cercano de García Luna —el que hoy controla a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) — acompañado de narcotraficantes del cártel de Sinaloa, entre ellos los hermanos Arturo y Alfredo Beltrán Leyva. También le habrían presentado la transcripción de llamadas telefónicas entre el grupo de García Luna y narcotraficantes mientras pactaban y cobraban. Su petición era que esa información llegara a las manos del presidente de la República. En esos días era insistente el rumor de que García Luna quedaría al frente del Cisen y que Jorge Tello Peón —uno de sus mentores— sería secretario de Seguridad Pública. Los generales querían prevenir a Calderón antes de tomar la decisión…”

Curiosamente, muy cercano a la aparición del libro de Anabel Hernández, el semanario Proceso publicó dos capítulos del mismo, uno de éstos fue precisamente el que cito, por ende, García Luna se quedó con la espina clavada, o con la rabia contenida, latente, por la balconeada que le dieron tanto la periodista como la revista Proceso, y tarde se le hacía para tomar venganza. Una venganza por cierto muy pueril, bastante patética, que inclusive nos remite a épocas del pasado supuestamente superadas, como la “guerra sucia” que se dio en la década de los setentas, después de la masacre de Tlaltelolco y el halconazo del 10 de junio de 1971, cuando portar algún tipo de libros era considerado por el gobierno y sus mastines como subversión y se tipificaba como delito.

A todas luces la intención de Genaro García Luna y del mismo Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa es muy obvia. Tal afrenta contra la libertad de expresión y prensa es sumamente grave, sobretodo por venir desde el gobierno. Y llama mucho la atención que muchos de los personeros que se rasgaban las vestiduras y hasta intentaban cortarse las venas, cuando según ellos se atentó contra ese derecho constitucional, al cerrarle la llave de recursos al duopolio televisivo, ahora ni siquiera emitan un sollozo por el intento de desprestigio de Proceso y quienes ahí colaboran.

Ojalá no pase de esta intentona, porque de lo contrario se estaría a merced de los humores y reacciones viscerales de quienes supuestamente están para gobernar, quienes debieran ser los principales garantes de que se respete nuestra Constitución. Es cuanto (yo.analizo@gmail.com)

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